Itinerario Formativo para formadores y encargados de pastoral vocacional: una experiencia comunitaria de conversión y esperanza
“Es una alegría dar la bienvenida a cada uno de ustedes, a quienes se les ha confiado la sagrada responsabilidad de acompañar en el camino del discernimiento y el crecimiento a nuestros candidatos y Hermanos jóvenes, y —hoy más que nunca— a nuestros Colaboradores Lasalianos”. Con estas palabras el Hno. Armin Luistro, Superior General de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, iniciaba la reunión virtual en la que se ha presentado el Itinerario Formativo 2026 para formadores y encargados de pastoral vocacional del Instituto.
En el encuentro virtual que tuvo lugar el viernes 19 de septiembre participaron más de 80 Hermanos formadores y pastoralistas de diferentes Distritos y Regiones del Instituto, así como algunos Hermanos Visitadores y los Hermanos del Consejo General.
“La formación nunca es obra de una sola persona”, ni “recae sobre los hombros de ermitaños que recorren caminos solitarios”, recordaba el Hno. Armin, al subrayar que “todos los miembros de la comunidad lasaliana son corresponsables”, pues, “cada uno de nosotros aporta sus propios dones”.
Comunidad Internacional de Formación
“Por eso me complace tanto que hoy inauguremos nuestra reunión virtual global como comunidad internacional de formación —continuó el Hno. Armin—. Es una señal concreta de que realmente caminamos juntos como una caravana de peregrinos que acompaña a los que el Señor nos ha enviado para que maduren en su vocación de apóstoles de Cristo y Hermanos de los pobres”.
Por su parte, el Hno. Carlos Gómez, Vicario General del Instituto, al introducir el Itinerario Formativo 2026, sostuvo que “el momento que vivimos, en medio de búsquedas inquietas y signos de esperanza, nos invita a reencontrar el corazón de la vocación lasaliana: una vida consagrada al servicio del Reino, forjada en el encuentro con los pobres y sostenida por una fraternidad misionera”. En este sentido, “no estamos llamados a repetir formas heredadas, sino a renovar desde dentro el camino de la formación, para que sea cada vez más un espacio de Evangelio, de discernimiento profundo y de conversión comunitaria”.
Construir una matriz común
El seguimiento de Jesús, la vida compartida en comunidad y la pasión educativa por los últimos, los pobres y vulnerables, son “tres realidades inseparables de la vocación del Hermano”, afirmó el Hno. Carlos, al señalar que “el itinerario formativo propone construir juntos una matriz común que no busque uniformar prácticas, sino inspirar procesos vivos, contextualizados, sostenidos por el Espíritu, bajo una convicción fundante: la vocación se descubre y madura al ritmo del clamor de los Pobres y los gritos de la Tierra”.
Para iniciar este camino de discernimiento de una matriz común de formación, el Hno. Martín Digilio, Consejero General, compartió una reflexión inspirada en la Carta a los Hebreos. “Elegimos la Carta a los Hebreos porque es, en sí misma, un itinerario de animación y renovación. Fue escrita para cristianos desafiados, tentados a abandonar la fe, confundidos por el sufrimiento y la demora de las promesas”. Por tanto, agregó el Hno. Martín, “es un texto para los tiempos complejos: nos enseña a leer nuestras pruebas como educación divina que conduce a la madurez, a no retroceder, a animarnos mutuamente, a la perseverancia”.
De este modo, a la luz de la Carta a los Hebreos, el Hno. Martín señaló cinco claves que inspiran el itinerario formativo 2026: los itinerarios formativos como camino para toda la vida (peregrinación sinodal); Cristo en el centro; esperanza como ancla; disponibilidad radical a Dios y compasión; y vivir en la presencia de Dios.
Fidelidad, creatividad y servicio gozoso
“En el centro de esta peregrinación compartida hay una pregunta fundamental: ¿Quién es el Hermano? ¿Qué estamos formando y para quién estamos formando?”, ha propuesto el Hno. Armin, al manifestar que “el Hermano no es simplemente un educador profesional o un trabajador social. Es un hombre consagrado cuya vida es una parábola viva del amor de Dios, cuya comunidad es un signo de fraternidad en un mundo dividido y cuya misión es dar a conocer a Dios a los más necesitados”. En consecuencia, “la formación debe ayudar a los candidatos a integrar el desarrollo humano, la iniciación espiritual, los estudios sólidos y el ministerio vivido, para que crezcan como Hermanos capaces de fidelidad, creatividad y servicio gozoso”.
“Que podamos recorrer este itinerario sabiendo que el Espíritu de Dios es el único formador verdadero y que nosotros no somos más que compañeros privilegiados en el camino. Hermanos, continuemos juntos esta labor, con alegría, humildad y siempre, juntos y por asociación”, concluyó el Superior General.