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¿Qué es la vocación? ¿Existen diferentes vocaciones en la Iglesia? ¿Está condenado al olvido y al fracaso hablar de vocaciones hoy? ¿Es la vivencia del educador cristiano un itinerario vocacional? ¿Qué hay de «vocacional» en la herencia lasaliana? ¿Qué tipo de pastoral vocacional necesita nuestra sociedad? Estas y otras muchas preguntas similares pueden ser un estímulo para releer la propuesta antropológica del cristianismo y recuperar claves a veces poco explícitas en la misión de evangelización.

El 9 de febrero de 2020, el Consejo General de los Hermanos de las Escuelas Cristianas publicó una importante Circular, la 475, con el título De la esperanza al compromiso: vocaciones lasalianas en camino. En ella, tras un amplio periodo de reflexión y redacción, en el que participaron muchos lasalianos, se exponen las claves imprescindibles para construir una cultura vocacional lasaliana en el siglo XXI. El objetivo es ayudar a todos a conocer el compromiso lasaliano y sus diferentes formas de vida, tanto para la Asociación como para la vida consagrada como Hermanos y Hermanas. Es una llamada a recuperar la ilusión en que el futuro no está limitado por los números o los éxitos y fracasos y, al mismo tiempo, un emplazamiento a que todos los lasalianos y lasalianas, desde sus servicios concretos, se comprometan con la pastoral vocacional.

Desde la esencia de la herencia lasaliana, podemos describir la «vocación lasaliana» como un camino de seguimiento de Jesús inspirado en el itinerario vital de san Juan Bautista de La Salle y muchos otros Hermanos y lasalianos a lo largo de la Historia, una «vocación» plena que, atenta a las necesidades del mundo, escucha la llamada de Dios y se compromete con el servicio de su Reino a favor de los más necesitados, a través de la educación.

El trabajo se compone de tres partes. En la primera, se aspira a definir la vocación cristiana, oportunidad para subrayar las características fundamentales de la antropología teológica. En la segunda se repasan las llamadas a la comunión y la misión compartidas, explicitadas en las diferentes formas de vida que se han desarrollado en la Iglesia: laicado, ministerio ordenado y vida consagrada. Por último, en la tercera parte se desarrollan los fundamentos de la vocación cristiana desde la herencia lasaliana, con una invitación a construir, desde el compromiso del día a día, una nueva «cultura vocacional».