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Desde finales de 2017, la provincia de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, ha sufrido ataques armados perpetrados por un grupo de hombres, en su mayoría jóvenes. Esos ataques se producen en distritos cercanos a las zonas del proyecto de prospección de gas natural.

Además, la región de Pemba, capital de la provincia de Cabo Delgado, experimentó una situación de emergencia en abril de 2019, a causa del ciclón Kenneth de categoría 3. En octubre de 2020 se estimó que el número de desplazados ascendía a más de 360.000, en particular en la ciudad de Pemba, que recibía un promedio de 1.500 desplazados por día.

El COVID-19, el nuevo coronavirus, representa un desafío aún más importante para hacer frente al creciente número de desplazados internos. Esta situación ha intensificado aún más el problema sociopolítico y económico de la provincia, ya que la gente dejó sus tierras, donde se ganaba la vida, para vivir con los miembros de su familia en casas con el registro medio de 20 a 30 personas en el mismo entorno lo que promueve la propagación del virus.

Esta «tormenta perfecta» afecta a una región ya sumida en muchas dificultades, ya que Mozambique es uno de los países menos desarrollados del mundo -ocupa el puesto 180 de 189 en el Índice de Desarrollo Humano- y Cabo Delgado es una de las provincias más pobres del país.

Los desplazados internos carecen de los elementos básicos para sobrevivir: alimentación, vivienda, agua, higiene, apoyo psicosocial y protección. A pesar de la gran necesidad, algunas organizaciones que operan en la provincia han reducido o suspendido su acción debido a la inseguridad.

Como respuesta a la petición del obispo de Pemba, D. Luiz Fernando Lisboa, que convocó a diócesis, comunidades, organizaciones no gubernamentales y otras instituciones de la sociedad civil para que asistieran a la población desfavorecida de la provincia de Cabo Delgado, la Associação Moçambicana de Educadores Lassalistas (AMEL*) ha decidido sumarse a los esfuerzos intercongregacionales en curso y apoyar a la diócesis de Pemba, en sinergia con las fuerzas vivas de la sociedad, para atender a las necesidades básicas de las familias afectadas.

Este nuevo esfuerzo de AMEL está en consonancia con sus valores lasalianos. AMEL está trabajando con De La Salle Solidarietà Internazionale para recaudar fondos con objeto de apoyar el trabajo humanitario en la región, que se centra principalmente en tres áreas: nutrición, higiene y apoyo psicosocial y protección.


*AMEL: la presencia lasaliana en el país se remonta a 1992. En Beira, provincia de Sofala, es bien conocida como la Asociación Mozambiqueña de Educadores Lasalianos (AMEL). AMEL contribuye al cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible: Educación de Calidad para Todos, centrándose especialmente en los niños y jóvenes marginados, promoviendo con éxito los derechos de los niños como un tema transversal esencial.

Concretamente, su acción se articula a lo largo de tres ejes:

a) Educación formal (De 1º a 12º grado) para más de 3300 niños y niñas todos los días;
b) Formación de maestros, en particular, dirigida a los maestros no calificados que trabajan en las zonas rurales y a los maestros de enseñanza secundaria con escasa formación.
c) Apoyo técnico y pedagógico a más de mil niños y jóvenes vulnerables, para que continúen estudiando y logren su propia autonomía.