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El 9 de octubre la Iglesia católica recuerda el testimonio de santidad de nueve mártires Hermanos de las Escuelas Cristianas que dieron su vida por amor a Cristo. Se trata del Santo Hermano Jaime Hilario Barbal, fusilado en Tarragona (España), en 1937, y de los Santos Hermanos de Turón: Cirilo Bertrán, Marciano José, Victoriano Pío, Julián Alfredo, Benjamín Julián, Héctor Valdivielso, Aniceto Adolfo y Augusto Andrés, quienes también fueron fusilados tres años antes, en 1934. Con ellos se encontraba también el sacerdote pasionista Inocencio de la Inmaculada.

Eran Hermanos jóvenes. Cuatro de ellos tenían menos de 26 años y el mayor tenía 46. Su martirio no fue casual ni inesperado, pues en aquellos tiempos, en España, se promovía una severa campaña de odio y violencia contra sacerdotes y religiosos, que desencadenó crueles asesinatos sistemáticamente programados.

En el caso de los ocho Hermanos que trabajaban en una escuela de Turón, pueblo minero de Asturias, fueron arrestados ilegalmente en la madrugada del 5 de octubre de 1934, mientras celebraban la Eucaristía. Su ejecución se perpetró en el cementerio, el 9 de octubre, y fueron enterrados en una fosa común. La serenidad y valentía con la que enfrentaron su martirio impresionó a sus asesinos. Se habían preparado con la oración, la confesión y el perdón que anticiparon a sus verdugos. Eran, además, Hermanos apasionados por la misión de educar a los niños y jóvenes en los valores del Evangelio, movidos siempre por el espíritu de fe, celo y comunidad.

El Hermano Jaime Hilario se distinguió por su capacidad literaria, colaborando en la difusión de los valores cristianos en varias revistas. Tras estallar la guerra civil española en 1936 fue llevado a prisión a la cárcel de Lérida. Durante su breve juicio no negó su identidad como religioso y aceptó su martirio, como lo expresó en una carta enviada a su familia. Fue fusilado junto al cementerio de Tarragona el 18 de enero de 1937.

Estos nueve mártires lasalianos fueron beatificados por el Papa Juan Pablo II el 29 de abril de 1990 y canonizados por el mismo pontífice el 21 de noviembre de 1999. Entre ellos, el Hno. Héctor Valdivielso había nacido en Argentina y fue el primer santo de este país.

Que su ejemplo nos aliente a ser fieles a nuestra vocación evangelizadora y educadora todos los días, incluso hasta las últimas consecuencias, dedicando nuestra vida por los más necesitados y vulnerables de la sociedad.

Santos Hermanos Jaime Hilario y Mártires de Turón, rueguen por nosotros.

Viva Jesús en nuestros corazones… ¡por siempre!