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El 27 de septiembre la Iglesia católica celebra la memoria del Beato Hermano Juan Bernardo Rousseau, Hermano de las Escuelas Cristianas, quien al ingresar al noviciado recibió el nombre de Escubilión.

Nacido en Francia el 21 de marzo de 1797, Juan Bernardo vivió la crudeza de la revolución de aquellos años. Sus padres fueron Bernardo, tallador de piedra, y Reina.

Pudo ir a la escuela gracias al esfuerzo y al apoyo de ellos. Muy pronto descubrió su fascinación por la educación y se transformó en ayudante del maestro de su pueblo. Y al párroco le pareció bueno orientarlo hacia los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Y fue así como a los 25 años ingresó al noviciado.

Tras diez años de trabajo docente, en 1833 el Hermano Escubilión y dos Hermanos más se ofrecieron como voluntarios para educar y catequizar en la isla de La Reunión, una colonia francesa en el Océano Índico. La travesía duró 84 días. Fue un viaje sin vuelta atrás: durante 34 años desarrolló su apostolado misionero enseñando y catequizando a los niños franceses y criollos, lo mismo que a los esclavos.

Durante más de tres décadas el Hermano Escubilión optó por los marginados, por los más pobres entre los pobres, saliendo al encuentro los esclavos africanos en las plantaciones de café y de caña de azúcar. Fue reconocido como “el catequista de los esclavos”. Les enseñaba en las noches, los preparaba para los sacramentos y para la integración social que su liberación próxima supondría. Incluso, tras su emancipación en 1848, continúa dando su vida por ellos, ayudándoles a asumir su nueva realidad con dignidad y responsabilidad.

El Hermano Escubilión falleció el 13 de abril de 1867 en Santa María, una localidad de La Reunión. Desde entonces su sepulcro ha sido lugar de peregrinación. Fue beatificado por san Juan Pablo II en la isla de La Reunión el 2 de mayo de 1989.

Le pedimos al Hermano Escubilión que interceda por nosotros y nos inspire en nuestro compromiso con los excluidos de la sociedad, con quienes todavía son víctimas de la trata de personas que conduce a tantos tipos de vida esclavizada. Que su testimonio nos anime a trabajar por la dignidad humana y, de modo especial, por los derechos de los niños y de los jóvenes.

Beato Hermano Escubilión, ruega por nosotros.

Viva Jesús en nuestros corazones… ¡por siempre!

Texto litúrgico Lasaliano aprobado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos