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En el marco del Encuentro de la Región Lasaliana de África-Madagascar (RELAF) con el Hermano Superior General y su Consejo, que se realiza en la ciudad de Abiyán (Costa de Marfil), entre el 13 y el 17 de noviembre, la formación de los Hermanos y de los laicos lasalianos ha sido uno de los temas centrales en la reflexión y el discernimiento de los 37 participantes, entre quienes se encuentran los Hermanos Visitadores, Visitadores Auxiliares, Ecónomos y responsables de la Misión Educativa Lasaliana de los cinco Distritos y la Delegación.

La formación de los Hermanos es un desafío enorme en todos los lugares donde hacemos presencia y somos bendecidos por las vocaciones para la vida de Hermano”, afirmó el Hno. Carlos Gómez, Vicario General del Instituto, al reflexionar sobre el tema. “No obstante –continúo–, el Instituto desde hace varias décadas ha hecho opciones claras que nos han llevado a entender que la formación de los laicos es igualmente importante”.

Programas de formación que sean ‘levadura’

Al profundizar sobre los desafíos de la formación de los Hermanos, el Hno. Carlos subrayó que “el primer desafío es lograr que nuestras Casas de Formación y nuestros programas de formación sean, en la plena extensión de la palabra y en todas sus implicaciones, ‘Proyectos Levadura’”, argumentando que “si hay un lugar y un espacio donde tenemos la oportunidad de poner levadura en la vida, es en la formación de nuestros Hermanos Jóvenes”.

Asimismo, el Hermano Vicario General ha evocado algunas reflexiones del Papa Francisco en torno al cuidado de la vida y su salvaguarda, como “artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia”, al igual que sobre la sinodalidad, expresión que significa ‘caminar juntos’ como bautizados miembros del Pueblo de Dios, porque “la Iglesia no es una pirámide, sino una comunidad, donde cada cristiano cumple su misión, como pastor, seglar o desde la vida religiosa”.

La formación de los Hermanos

De igual forma, el clericalismo y la ‘mundanidad’, denunciados por el Obispo de Roma con frecuencia, representan un desafío fundamental en la formación de los Hermanos, entendiendo que “el clericalismo no es exclusivo de los sacerdotes u obispos; también existe en la vida consagrada femenina y masculina cuando reproducimos los esquemas mundanos y vivimos nuestra vocación como una relación de poder”, aseveró el Hno. Carlos Gómez, proponiendo, a su vez, la necesidad de abordar algunos desafíos específicos en la formación de los Hermanos:

  • Contar con formadores competentes y, sobre todo, ‘testigos’ con “una historia que contar”, con autoridad moral, capacidad de escucha y respetuosos de los procesos personales. “Hermanos ‘con olor a oveja’”.
  • Asumir la pastoral vocacional desde la centralidad de los procesos catecumenales (catequesis, vida eclesial, sacramentos de iniciación…) y la importancia de conocer a los candidatos mediante un adecuado plan de acompañamiento que incluya entrevistas, y visitas a la familia y al entorno.
  • Asumir programas de formación en los Distritos para Hermanos, con sus especificidad en las etapas de Postulantado, Noviciado, Escolasticado y tiempo de Profesión temporal; pero también para la formación de seglares asociados, mediante procesos sistemáticos y secuenciales.

La formación de los laicos lasalianos

Por su parte, el Hno. Joël Palud, Consejero General del Instituto, recordó que “los programas de formación de laicos tienen ya varias décadas, si bien no tenemos una doctrina definitiva sobre el tema, sino convicciones que intentamos plasmar y adaptar a las realidades locales”.

En este sentido, continuó el Hno. Joël, “hoy necesitamos volver a plantear esta cuestión desde otras perspectivas: la búsqueda de la espiritualidad entre nuestros contemporáneos; la formación en nuestro carisma como una dimensión posible de la ‘nueva evangelización’; el desarrollo de una cultura vocacional lasaliana, en un sentido más amplio, que legitima la necesidad de formar a aquellos laicos que sienten una auténtica llamada”. Claramente, “los laicos enriquecen nuestra propia visión del Fundador”, destacó, toda vez que “el carisma de Juan Bautista de La Salle es un don para la Iglesia y no sólo para su Instituto”.

Además, más allá de la formación de nuestros colaboradores cercanos, como es lógico, es necesario comunicar la herencia lasaliana al gran público” si se considera que “cualquier educador, aunque no trabaje con nosotros, debería poder inspirarse en la figura del Patrón de los educadores (…) por el bien de la educación en general, y no sólo de nuestras escuelas”.

Finalmente, el Consejero General también llamó la atención sobre el hecho de que “al ser reconocida la vocación laical lasaliana, debe ir acompañada de un proceso coherente de formación que respete el itinerario de cada persona”. Un proceso que, además debe incluir a “un gran número de seglares” si se aspira a que contar, cada vez más, con colaboradores “comprometidos y responsables que estén en consonancia con nuestro carisma”.

No se trata, por tanto, de formar solo a quienes responden al perfil de personas capaces de ejercer responsabilidades. “La lógica debería ser, formar a un gran número de personas y ofrecer progresivamente responsabilidades a algunas, dentro de las muchas opciones posibles”, teniendo presente que “formar a los laicos para que sean buenos profesionales a nuestro lado, también significa permitir que nuestros Hermanos puedan vivir plenamente su vocación: a veces pedimos a Hermanos jóvenes que asuman funciones administrativas o el papel de ecónomo. Esta no es la razón por la que entraron en el Instituto. Evidentemente, podemos aceptar este servicio durante un tiempo, pero no es necesariamente nuestro carisma”, concluyó el Hno. Joël.