Estamos en Año Santo […]. Como comunidad global de lasalianos unidos con un solo corazón y una sola mente, podemos tener la llave de las puertas de la salvación para aquellos que sienten el desánimo y siguen viviendo en el pesimismo o el escepticismo. ¿Qué puertas podemos abrirles para que puedan gozar de una experiencia intensa de Dios? Dejémonos convertirnos en instrumentos de la gracia sanadora y esperanzadora de Dios. ¿Estamos dispuestos a acoger y abrazar a los últimos, a los desatendidos y a los más pequeños para que puedan tocar el borde del manto de Jesús, el manto que trae la salvación? No la salvación que se encuentra allá arriba, sino la salvación del hambre y la sed, de la pobreza y la alienación, y de todo aquello que en este mundo les arrastra o les empuja a las periferias.
Este es el Año Santo; un Año Jubilar. Que abramos nuestros corazones a los jóvenes para que sus desdichas encuentren un oído atento, se sientan acogidos en espacios seguros y experimenten de nuevo el amor incondicional y la esperanza renovada. ¿Qué pequeños actos de bondad podemos hacer hoy para detener el círculo vicioso de violencia y odio que se inflama tan fácilmente? ¿Qué acciones colectivas entre lasalianos podríamos llevar a cabo para crecer más en autenticidad e integridad?
Queridos amigos: hemos designado 2025 como el Año de la Espiritualidad Lasaliana. Es una invitación para que nos reconectemos con nuestro Fundador y nuestro relato fundacional y, así preguntarnos: ¿cómo podemos vivir ese relato en nuestro tiempo?
Recordemos que hace más de 300 años, Juan Bautista, a la temprana edad de 28 años, reunió a unos cuantos jóvenes para formar una comunidad de maestros que proclamaran el gran sueño del Padre para los niños, especialmente para quienes estaban «lejos de la salvación». Él imaginó escuelas inclusivas abiertas a todos, especialmente a los pobres que no tenían forma de superar las barreras sociales y económicas de su tiempo […].
Imaginemos si la Familia Lasaliana se uniera con un solo corazón y un solo espíritu para llevar luz y vida y amor a todo el mundo. Consideremos el poder que se generaría si afirmáramos hoy lo que imaginamos que podemos ser mañana: Un La Salle para el mundo, con grandes sueños y con corazones aún más grandes.
Imaginemos el poder transformador de una familia unida, Indivisa Manent, como decimos nosotros, llena del mismo espíritu, como el fuego que ardía en los corazones de los primeros discípulos. Tenemos la llave para nuevos caminos para los niños y jóvenes que aún están «lejos de la salvación».
El mundo siempre ha sido moldeado por soñadores. Como todo verdadero soñador, La Salle se comprometió a hacer realidad el sueño de Dios y lo convirtió en el proyecto de su vida, ya que estaba plenamente convencido de que era obra de Dios y de que había sido llamado a ser un instrumento de su gracia, embajador de Cristo entre los niños y los jóvenes […].
En este Año Santo de gracia, en este Año de Espiritualidad Lasaliana, pido a Dios que nos atrevamos a vivir de nuevo el sueño con audacia y mucha esperanza, una esperanza que nunca jamás defrauda.
¡Ánimo La Salle!
¡Viva Jesús en nuestros corazones! ¡Por siempre!
Descargue el mensaje del Hermano Superior General con ocasión del día de San Juan Bautista de La Salle, Patrono de los Educadores.