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¿Y tú, hacia dónde miras?

“¿Dónde está tu hermano?” es la interpelación con la que el Consejo General ha querido inquietar y reavivar el compromiso de todos los lasallistas a través del Proyecto Levadura. Esta pregunta quiere incomodar, mover, ayudar a discernir nuestro lugar en los diferentes ámbitos donde nos movemos y actuamos (PL 7). Pero preguntarnos “¿dónde están nuestros hermanos y nuestras hermanas?” supone que están fuera de nuestra vista.

Tal vez valga preguntarnos también: ¿hacia dónde estamos mirando que ya no vemos a nuestros hermanos y nuestras hermanas?

Dos elementos podrían orientar un intento de respuesta. De un lado, a propósito de la mirada, en las Reglas Comunes de los Hermanos, de 1718, se señalaba que el espíritu de fe ha de llevar “a no mirar nada sino con los ojos de la fe” y “a no hacer nada sino con la mira en Dios”. En este importantísimo fragmento de nuestra historia y tradición, mirar es un aspecto clave: señala un modo y un principio de acción. Sin embargo, no hay allí mayor explicación, como suponiendo una comprensión tácita de lo que esas expresiones querrían significar.

De otro lado, en la antropología de la tradición bíblica, el cerebro no es el centro pensante del ser humano, sino los ojos y el corazón. Estos dos, en conjunto, son la fuente del pensamiento emotivo. De hecho, la mirada es la entrada al pensamiento, capacita para entender y asimilar la realidad. Por ende, ser ciego o no poder ver con claridad simbolizan la imposibilidad de pensar, así como también lo es tener un corazón duro. De este modo, se entiende la insistencia de varios textos bíblicos en señalar que, a diferencia de los ídolos y dioses de los demás pueblos, Yahvé tiene ojos y ve.

Para profundizar en estas cuestiones y descubrir en qué medida “mirar” representa un elemento fundamental para nuestra identidad, esta reflexión se propone explorar el asunto a través de algunos relatos bíblicos. Aunque son muchas miradas que aparecen en la Biblia, tres en particular podrían ayudar en este propósito, especialmente de cara a nuestras realidades contextuales y a la realidad global. En fin, esta reflexión quiere brindar elementos para leer los retos de nuestro entorno y su impacto en nuestros medios concretos y, sobre todo, quiere ayudar a despertar nuevas respuestas que nos lleven a (re)encontrar a nuestros hermanos y hermanas.